Dicionario de autores/as do Barbanza

 
 
 
   

IGLESIAS GONZÁLEZ, LUÍS (Mámoa, Rianxo, 08/04/1767 – Aranxuez, 1835)

Frade franciscano, foi lector de Artes en Noia, mestre de estudantes en Santiago de 1799 a 1805, e en 1808 acadou o grao de Doutor en Teoloxía, ensinando na Universidade de Compostela. Foi Ministro Xeral dos Franciscanos e Grande de España.
Trala guerra cos franceses foi acusado de afrancesado e separado da cátedra, aínda que logo foi restituído como catedrático de Lóxica, e encargárono ademais do Arquivo e Biblioteca da Universidade. En 1830 foi elexido Xeneral da Orde Franciscana.

Publicou Oración que en la solemne acción de gracias al Todo-Poderoso por la venida, y restitución de nuestro legítimo y amado Monarca el Sr. D. Fernando el Séptimo al trono de sus mayores, celebró la Real Universidad de Santiago el dia 26 de Mayo de este año en su Capilla de Sti-Spíritus (Santiago, Impr. de D. Juan Francisco Montero y Frayz, 1814). Destaca neste folleto o profesor Barreiro Fernández a súbita conversión ao absolutismo dun liberal como Iglesias, que agora nesta obra chama “impíos y espurios y bastardos” aos seus antigos correlixionarios.

Morreu a consecuencia da matanza de frades ocorrida en Aranxuez en 1835. Seleccionamos un anaco dese discurso, verdadeira mostra de travestismo político

“Conoce el Rey las intenciones de la Nación, advierte el amor que le tiene, reflexiona sus sagrados derechos ¿y os parece que se sugetará a las leyes que le prescribe la filosofía?¿Qué querrá encadenarse él con sus vasallos en los grillos que le arma la Constitución? ¡Ah! no obstante la resistencia que el gobierno presentaba, usando de la espada de la autoridad que le venía de Dios, irrita y anula la Constitución, y todo lo obrado en orden a ella, y hace desaparecer en un momento y como el humo todo aquel aparato de aparente magestad, que quería competírselas. ¡Dichoso reyno de España, que con tan sabio decreto has sacudido el yugo, y roto las cadenas con que insensiblemente te ivan aprisionando! No quisiera, Señores, me dixesen:
A toro muerto gran lanzada; pero apelo a los verdaderos sabios sobre esta verdad. La alegría universal que se notó en todas partes, y en las personas de todos estados, y las demostraciones que se han hecho con los exemplares de ella, son argumento claro de lo perjudicial que era.”